En el invierno de 1948, Vera Fischer tenía 23 años y vivía con su madre en un apartamento en el Berlín oeste, en Tempeholf. Las dos solas pasaron el invierno más frío de su vida.

Fue extremadamente duro, pero por las temperaturas. Los registros históricos hablan de una media de 1,8 grados centígrados en el mes de diciembre de aquel año. Los ha habido mucho más duros antes y después de 1948 pero ninguno como aquel. La Unión Soviética cerró las fronteras terrestres y dejaron de llegar alimentos, fármacos, carbón… y apenas había gas y electricidad.

Cuando el Berlín Occidental quedó bloqueado

Los libros de Historia lo recuerdan como el bloqueo de Berlín. «Estábamos en casa con toda la ropa puesta, guantes, gorros, abrigos, todo lo que teníamos nos lo poníamos… Si algún vecino o familiar conseguía carbón para calentar la casa, entonces nos avisaba e íbamos a estar allí todos juntos», nos cuenta Vera. «Teníamos cartillas de racionamiento para adquirir lo más básico: la harina, el arroz… y también el carbón. Algunos lo robaban pero era por supervivencia, no porque fueran criminales».

El Bloqueo de Berlín

Hoy Vera tiene 96 años, vive en una residencia en Berlín y habla de todo aquello con serenidad pero con firmeza. Su voz no es débil y sus manos acompañan cada afirmación. Ella es una de los dos millones de personas que se quedaron aisladas en la ciudad desde el mes de junio de 1948 a mayo del 1949. De aquel bloqueo soviético les salvaron Francia, Reino Unido y Estados Unidos con lo que se considera la mayor operación de ayuda humanitaria de la historia. Berlín estaba bloqueado por tierra pero no por aire, así que organizaron un puente aéreo que llegó a mover más de 2 millones de toneladas de mercancías en unos 278.000 vuelos.

«No había un momento de calma, el jaleo era continuo, -recuerda- pero cuando escuchábamos el ruido de los aviones nos poníamos contentos porque significaba que llegaba comida, medicamentos, carbón. Significaba que podíamos sobrevivir.»

Stalin ya usó la energía como arma contra Alemania

El bloqueo lo ordenó Stalin y recuerda al uso que Putin está haciendo ahora de la energíaRusia ha cortado el grifo del gas en algunos países de Europa. A Alemania ya no llega nada por el gasoducto Nord Stream 1 y preocupa cómo va a transcurrir el invierno.Pero Vera Fischer no cree que la crudeza de éste pueda equipararse al que ella vivió. «Ahora hay más de todo, nos dice, lo que me preocupa es cómo va a acabar esta guerra. Veo a los americanos, a los rusos y pienso que el conflicto no se va a quedar en Ucrania. Me da miedo que se haga grande y la guerra se extienda», asegura.

La Segunda Guerra Mundial

A Vera sus ojos le delatan. Están llenos de vivencias extremas: una guerra mundial y una postguerra de hambre y frío. Y repite una y otra vez que lo que más miedo le da son las bombas. «Durante la guerra, no podíamos dormir por el ruido de los bombardeos y hacíamos mucha vida en sótanos. Durante el bloqueo hacía frío, sí, y no teníamos de nada pero al menos no nos sobresaltaban las bombas desde el cielo. Eso era lo peor». Por eso, cuando le preguntamos qué mensaje le lanzaría a los que mandan en el mundo, a Vladimir Putin, a los dirigentes que pueden hacer algo para parar este horror, responde sin pensarlo: «que tengan la cabeza fría». Y se remueve en su silla de ruedas incómoda, pensando en la posibilidad de que sea la sangre caliente la que domine la situación.

Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20221017/alemania-ante-invierno-sin-gas-recuerdo-1948/2406186.shtml

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