Tras el inicio de la guerra en Ucrania a finales de febrero, el precio de las materias primas aumentó frenéticamente.

En medio de la incertidumbre, productos como el petróleo, los metales, la gasolina, el gas natural, el trigo, el maíz o la soja, se dispararon y en pocos días comenzó un nuevo boom de los commodities.

La invasión rusa y las sanciones aplicadas por las naciones occidentales a Moscú iniciaron históricos aumentos de los precios mundiales de los alimentos y los combustibles e impulsaron a las empresas a buscar fuentes alternativas de suministro.

«Tienes un shock en el que careces de productos básicos, alimentos y energía y también metales, hay un problema de seguridad alimentaria y [América Latina] se ve como la que nos ayudará a superar los problemas», declaró en abril Ilan Goldfajn, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Latinoamérica, agregó, ha sido vista por inversores como una región que puede «ser parte de la solución», pero advirtió que para aprovechar al máximo este contexto, los gobiernos tendrían que impulsar reformas para aumentar la productividad y la competencia, mejorar la educación, cambiar los sistemas tributarios y disminuir la desigualdad.

La maldición de los recursos naturales

Así también lo han planteado algunos análisis económicos que ven lo que está pasando como una oportunidad para la región, ante la disminución de la oferta de productos energéticos y cereales por el conflicto en Ucrania.

Desde esa perspectiva, la posibilidad de que la región pueda exportar más recursos naturales es considerada como una «buena noticia», luego que la pandemia de covid-19 dejara profundas cicatrices en las economías latinoamericanas.

Aunque, desde un punto de vista histórico, basar el crecimiento de un país principalmente en la exportación de recursos naturales, -incluso en un contexto de crisis- es considerado muy mala idea.

Es lo que se suele llamar la «maldición de los recursos naturales» o la «paradoja de la abundancia», que afecta a los países que, pese a ser ricos en materias primas, tienden a seguir atrapados en un bajo nivel de desarrollo porque exportan productos sin valor agregado, como petróleo, minerales o granos.

Al mismo tiempo, se ven obligados a importar productos manufacturados, lo que en el actual contexto de alta inflación, hace que tanto las finanzas públicas como las de los hogares se vean golpeadas.

Entre las incógnitas de este boom de precios de materias primas, persisten las dudas sobre qué sectores seguirán subiendo, cuáles pasarán por curvas de alzas y caídas o por cuánto tiempo podrían extenderse los precios altos.

En las últimas semanas, por ejemplo, el precio de los metales ha caído cerca de 20% desde su máximo en marzo y dentro de ese grupo, el cobre, ha sufrido un golpe aún mayor.

Pero el resto de los commodities siguen en la parte alta de la curva.

Por ahora, no está muy claro si los mayores precios de las materias primas en los mercados internacionales van a generar más ventajas que desventajas para los países latinoamericanos debido a un factor clave: la inflación rampante que recorre el mundo.

La inflación pone en duda los beneficios

«El aumento de la inflación tiene un impacto que probablemente ensombrece las ganancias del punto de vista comercial», dice Elijah Oliveros-Rosen, economista senior de la división Latin America Global Economics & Research, de la consultora S&P Global Ratings.

No hay una fórmula matemática para calcular con exactitud cuánto gana un país por ingresos de commodities y cuánto pierde por el impacto de la inflación, explica en conversación con BBC Mundo, porque determinar el efecto neto depende de muchísimos factores.

De todos modos, a la hora de mirar quién gana y quién pierde en el actual contexto económico, el analista propone mirar el asunto desde dos ángulos: cómo afecta a los productores de las materias primas y cómo afecta a los consumidores de un determinado país.

Sin duda las empresas productoras de commodities, dice Oliveros-Rosen, se beneficiarán de los precios más altos, especialmente en países como Brasil, que es exportador de productos como petróleo, acero, o alimentos.

Pero los consumidores están pagando precios mucho más altos debido a la gigantesca ola inflacionaria que ha llevado a muchos países a subir las tasas de interés a toda velocidad.

Al final, la inflación energética y la inflación alimentaria, están golpeando durísimo los bolsillos de las familias.

A eso se suma que el crédito se encarece y la economía se recupera más lentamente, afectando el rumbo económico, precisamente cuando las voces que anticipan una recesión en Estados Unidos y Europa están ganando terreno.

Tampoco ayuda la desaceleración de China en el panorama económico global, el segundo socio comercial de América Latina después de Estados Unidos.

«Una inflación tan alta te puede quitar todos los beneficios del alto precio de locommodities«, apunta el economista.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-62259890

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