La llegada de 5G a los mercados de América Latina implica un quiebre paradigmático a lo que hasta el momento había sido el modelo de despliegue histórico de las primeras cuatro generaciones móviles.

Esto se debe a que el mercado objetivo de cada una de estas tecnologías, desde AMPS hasta LTE Pro, había sido el mercado masivo. Aunque seguramente alguno que otro purista histórico podría señalar que en numerosos mercados esto no fue así para las tecnologías analógicas antes del quiebre que se de en la industria celular en 1995.

Ese fue el año en que finalmente se finaliza la vida de los servicios móviles como artículos de lujo para dar paso a una masificación explosiva producto de un simple cambio, no en la tecnología, sino en el modelo de negocios utilizado para cobrar por el servicio. Gracias a la creatividad portuguesa, 1995 además de ser el año de creación de la Organización Mundial de Comercio o del préstamo por US$ 20,000 millones de Estados Unidos a México, fue el año donde se lanzaron los primeros servicios prepago celular del mundo.

No obstante, aun en un entorno donde el servicio móvil era caro y apuntaba a las clases pudientes de la sociedad, el mismo seguía el modelo tradicional de lanzamiento de arriba hacia abajo pues primero se enfocaban los operadores en atender las demandas del sector empresarial para luego mantenerse en aquellos individuos de alto poder adquisitivo. Lo importante a recordar es que siempre, el modelo de negocio derivaba de que quien originara o recibiera el tráfico fuese un ser humano.

La situación con 5G es un poco distinta. Con esta tecnología modelos de negocios que ya existían hace más de una década en mercados en desarrollo como Argentina o Brasil comienzan a contemplarse como alternativas altamente viables para impulsar conectividad en mercados como Noruega, Alemania y los Estados Unidos. Aquí me refiero explícitamente al uso de la red móvil para ofrecer servicios de banda ancha fija que compitan con los operadores HFC, cobre y hasta fibra óptica establecidos. Algunos operadores emularan lo ya visto en mercados sudamericanos de un paquete convergente de triple juego totalmente inalámbrico que complementa la red inalámbrica móvil con servicios de televisión paga por satélite.

¿Por qué un modelo de negocios que existe hace tantos años repentinamente se vuelve atractivo en mercados desarrollados? Sencillamente porque las velocidades que ahora se obtienen con redes 5G utilizadas para dar banda ancha fija son equiparables a las que ofrecen los operadores con fibra óptica al hogar. Por otra parte, las redes inalámbricas pueden cubrir una mayor cantidad de hogares por una fracción del precio que le costaría a un operador conectar a fibra óptica un hogar, algo que se estima ronde en alrededor de US$ 700 a US$ 1800 en zonas suburbanas de los Estados Unidos. Precio por hogar que incrementaría en aquellas zonas rurales de baja densidad poblacional. Dicho de forma más sencilla, con 5G se pueden dar servicios competitivos con la oferta existente, pero con una estructura de costos menor para los operadores.

Regresando al modelo de 5G, este se diferencia de las tecnologías anteriores en que fue concebido como plataforma se despegue de la nueva generación del Internet de las Cosas. Básicamente, se busca que con 5G se comience a dar ese proceso de digitalización de la vida diaria de las personas, pero antes de pensar en los hogares totalmente conectados, con esta nueva red inalámbrica para servicios móviles lo que se busca es digitalizar la economía para hacerla más productiva y eficiente.

Siendo este el objetivo de 5G, las justificaciones para su implementación cambian radicalmente al compararse al de generaciones móviles anteriores. Si lo que se busca es la digitalización de los segmentos productivos de la economía y nos enfocamos en aquellos que apuntan a mercados internacionales nos encontramos con una importante realidad: digitalizar esas empresas no se hace para atender una necesidad doméstica sino para enfrentar una demanda internacional en la que los competidores directos e indirectos comienzan a adoptar las nuevas tecnologías como método de diferenciación.

Asimismo, muchas de estas empresas que, localizadas en América Latina, pero con clientes basados en Tokio, Chicago o Londres comienzan a enfrentar con una realidad en la que los pedidos de productos más sofisticados comienzan a contener especificaciones que sólo pueden cumplirse con la existencia de una red de 5G. La demanda doméstica ya no es quien delimita la innovación tecnológica de las empresas, la globalización del comercio mundial crea presiones exógenas que desde hace meses se sienten en distintos segmentos verticales de las economías latinoamericanas.

Las justificaciones para lanzar una red 5G han ido evolucionando, así como la utilidad de esta independientemente de su tamaño inicial. Atrás quedan los esfuerzos publicitarios de ser el primero en lanzar una generación móvil respondiendo más a las presiones de un departamento publicitario que a las demandas de un nicho pequeño pero muy adinerado del mercado. Además, si se trata de exportaciones y el balance de pagos es cuestión de tiempo para que las administraciones gubernamentales tomen nota y comiencen a contemplar la 5G como un pilar esencial en el desarrollo económico del país.

Precisamente es al llegar a este punto donde se comienza a complicar el ecosistema 5G que se desea crear para continuar con la evolución tecnológica que demandan los sectores productivos. Aquí es cuando los temas de administración de espectro radioeléctrico, política pública, finanzas nacionales y burocracia a nivel municipal comienzan a hacerse sentir. ¿Qué frecuencias asignar? ¿Qué leyes derogar? ¿Cuáles aprobar? ¿Cómo hospedar los datos? ¿Qué seguridad me proveen los proveedores de servicios de analítica? ¿Cómo fomentar el desarrollo de dispositivos de Internet de las Cosas a nivel local? ¿Cómo involucrar a la sociedad civil? ¿Cómo reevaluar los esfuerzos educativos en todos sus niveles?

Las preguntas son muchas y de una complejidad increíble si se considera que cada una de ellas tiene que hacerse en distintos niveles del gobierno: el nacional, el regional y el local. ¿Cómo lograr en pocas décadas una colaboración y dialogo que en más de 200 años no se ha conseguido?

La tecnología 5G trae consigo muchísimas oportunidades, pero es algo que va más allá a ser un simple negocio para los proveedores de estos servicios. Los operadores celulares también tendrán que transformarse rápidamente si desean subsistir sin ver erosionar sus ingresos trimestre a trimestre frente a la competencia que les ofrecen los cientos de proveedores de contenidos que el usuario tiene a su disposición. No importa el tamaño del operador celular, ni la geografía donde ofrece servicios, su mayor pavor debe ser cómo trabajar para no verse reducido a ser una simple tubería de tráfico de datos que es utilizada por desarrolladores de contenidos audiovisuales para enriquecerse.

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