El atleta de origen cubano que representa a Chile sumó la séptima presea dorada para el país en Santiago 2023.
Fue una de esas noches repletas de emociones para Santiago Ford, el decatleta nacido en La Habana que llegó en 2018 a Chile luego de un tortuoso viaje. Producto de la falta de apoyo y oportunidades para surgir en el atletismo, abandonó Cuba para emprender un sueño. Pasó hambre, trabajó de guardia en una discoteque y hace nueve meses obtuvo la nacionalidad por gracia para, por fin, poder representar al país a nivel internacional.
Ya puede decir que cumplió su gran objetivo y todo valió la pena. Pero esos recuerdos reflotaron cuando cruzó la meta de los 1.500 metros, la última de las diez pruebas del decatlón.
«Esa llegada a la meta, cuando frené, no fue porque quise pararme sino porque me acordé cuando estaba caminando por el desierto a las 5 de la mañana, sin saber qué hacer pero con el objetivo claro que era llegar aquí. Esos últimos 10 metros fueron reflejo de la madrugada, deshidratado. Pero en mi corazón y en mi mente yo sabía lo que quería», confesó.
Dio la vuelta olímpica por la pista atlética del Estadio Nacional y concedió entrevistas mientras trataba de contener las lágrimas que le corrían por la cara. Iba con su hijo en brazos, por momentos alzaba una de sus manos en señal de agradecimiento a un público que no paró de alentarlo durante toda la competencia. Incluso sus rivales no escatimaron en elogios hacia él.
Ford recordó los momentos duros que atravesó al comienzo luego de su arribo al país. Pese a eso, reconoció sentirse querido por la gente. «Al principio quizás no fue como uno pensaba pero nunca perdimos la esperanza. Dios me dio la oportunidad de crear una familia maravillosa. Cinthia, mi polola, que me banca de principio a fin. Mi hijo, mi entrenador, mis padres en Cuba…».
Dijo que en un punto le temblaban las piernas producto de los nervios, en el lanzamiento del disco, sobre todo. «Yo decía ‘dios mío cómo salgo de acá. Pero el pueblo chileno yo creo que sopló ese disco y llegó a donde tenía que llegar. Y estamos celebrando todos juntos».
La emoción se apoderó del decatleta al acordarse de su isla natal, ya que hasta la delegación cubana lo aplaudió cuando se confirmó el triunfo. Con varios de ellos vivió cinco años durante su adolescencia, cuando representó a Cuba en selecciones juveniles. Para ellos tuvo palabras de afecto.
«Tenía a mis compañeros arriba, era imposible olvidar el pasado sabiendo que luchamos juntos. Yo tomé una decisión, ellos la respetaron desde el primer momento. Voy a compartir con ellos, con mi familia. Son muchos años que no nos vemos. Tengo amistades de allá, con los que pasamos años juntos, éramos hermanos en Cuba y ahora contrincantes acá. Pero la hermandad perdura», añadió.