Bienvenidos a un nuevo miércoles de reflexión
Hoy vamos a hablar de la incondicionalidad, de los límites, y el impacto en la disciplina y el amor propio.
Incondicional:
1. Absoluto, sin restricción alguna.
2. Adepto a una persona o a una idea sin limitación o condición ninguna.
Cuando hablamos de incondicionalidad, lo podemos aplicar a muchos aspectos de nuestras vidas, hoy vamos a enfocarnos en el impacto profesional.
Muchas veces escucho las dificultades para retener al personal, y para sostener el buen clima en el equipo de trabajo. La frase principal es “¡Les damos todo!”, y ese es el problema, la falta de límites y disciplina, la incondicionalidad.
Durante y después de la pandemia, la contratación y retención del equipo fue un nuevo desafío. El contexto incitaba más a la gente a dejar sus puestos de trabajo, que a quedarse en los puestos que tenían. Por diferentes motivos, ya sea temor a no poder satisfacer la demanda, o simplemente por humanidad, por empatía, la puesta de límites clara, y la generación de estructuras disciplinarias consistentes, tomó otro nivel de complejidad.
Muchas organizaciones establecieron reglas laxas que podían adaptarse a cada situación, cada caso era evaluado de forma individual y la decisión variaba de acuerdo a la necesidad de la persona. Pero en el medio, eso genera falta de consistencia, e injusticia al momento de disciplinar. Básicamente porque es nuestro trabajo mantener la compañía saludable, y si somos extremadamente flexibles y permisivos con el equipo, entonces comenzamos a ver una baja en la calidad productiva, desorden, errores innecesarios, excesiva comunicación, que lleva a la pérdida de tiempo y a la mala comunicación, falta de claridad para el equipo, e ineficiencias productivas.
Hoy el mercado laboral está enfrentando un nuevo reto, en muchos casos la retención está más relacionada a lo económico, ya no vemos tanta dificultad en la disciplina, pero si vemos que algunas organizaciones arrastran esos vicios que se formaron durante la pandemia.
Por eso, hoy quiero invitarlos a tomarse un momento para reflexionar sobre el manejo del equipo, sobre el ejercicio de los límites, la consistencia en la toma de decisiones con respecto al equipo, y sobre todo a establecer reglas claras que les permitan a todos los integrantes de la organización comprender cuales son las consecuencias de las decisiones que toman. Porque si no lo hacemos, corremos el riesgo de perder buenos integrantes del equipo por la sensación de que a nuestros ojos es igual si hacen las cosas bien o no.
Como líderes, es nuestra responsabilidad generar un espacio seguro para cada integrante del equipo, y eso significa ser condicional.
¿Cómo se relaciona esto con el amor propio?
La dificultad en la disciplina está relacionada a no querer confrontar, a evitar situaciones de tensión y conflicto. Lo que no estamos teniendo en cuenta, es que cuando nuestro equipo está desordenado, eso nos cuesta energía, tiempo y dinero. Y parte del ejercicio de amor propio es generar las condiciones para ser exitoso, entonces cuando evitamos esos momentos de tensión, en realidad estamos generando momentos que nos cuestan mucho más que esa tensión.
Si queremos evitar el conflicto y la confrontación, la solución que propongo es:
- Establecer reglas claras
- Comunicarlas claramente
- Que el equipo confirme por escrito la recepción y comprensión de las mismas
- Implementación
Esto va a impactar positivamente en la retención del equipo, el orden, el buen ambiente laboral, la relación con nuestros pares, eficiencia en el uso de nuestro tiempo y energía, y principalmente, la consistencia y claridad para que cada miembro de la organización sea libre al momento de tomar decisiones, y tengan todos la oportunidad de generar las condiciones para el éxito.
Redacción: Gise Di Fabio para el Comité Empresarial de Mujeres AACC / FEBICHAM
comitedemujeres@argentineamerican.org
