El auge de la inteligencia artificial (IA) no solo está elevando el valor de las acciones tecnológicas, también está impactando de forma directa en la economía real a través de la construcción masiva de infraestructura.

Según The New York Times, las empresas gastarán 375.000 millones de dólares en 2025 en nuevos centros de datos a nivel mundial, cifra que aumentará a 500.000 millones en 2026, de acuerdo con proyecciones de UBS. Solo en EE.UU., la inversión en software y equipos de cómputo representó una cuarta parte del crecimiento económico del último año, mientras la construcción de data centers ya supera a la de edificios de oficinas.

Grandes compañías tecnológicas como Meta y Alphabet lideran esta ola de gasto, acompañadas por inversionistas privados. Brookfield Asset Management estima que la infraestructura de IA absorberá 7 billones de dólares en los próximos 10 años. Este flujo de capital ha mantenido estable el empleo en construcción, beneficiando a ingenieros, electricistas y operadores de maquinaria pesada, pese al freno en proyectos de vivienda y bodegas.

El entusiasmo, sin embargo, recuerda a la burbuja de las telecomunicaciones de principios de los 2000. El propio Sam Altman, CEO de OpenAI, advirtió este mes que el sector está “sobreexcitado” y que algunos actores perderán mucho dinero. Aun así, firmas como JLL prevén que la capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos seguirá creciendo a tasas de 20% anual hasta 2030, siempre que se logren superar limitaciones de energía, agua y equipos.

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