La administración de Donald Trump decidió posponer hasta el 1 de agosto la imposición de nuevos aranceles anunciados el pasado 2 de abril, al no contar con acuerdos finalizados con los países involucrados.
Durante el denominado “Día de la Liberación”, Trump había prometido que su política de reciprocidad arancelaria reequilibraría el comercio internacional a favor de Estados Unidos. Sin embargo, tres meses después, la Casa Blanca reconoce que el plazo autoimpuesto de 90 días fue demasiado optimista.
La nueva prórroga busca obtener mejores condiciones de negociación con países como India, la Unión Europea y Taiwán, con quienes ya existen borradores de acuerdos. No obstante, no se espera que estos avances se concreten antes del miércoles.
El equipo negociador estadounidense ha estado sobrecargado y no ha conseguido las concesiones esperadas por Trump. A pesar de las demoras, la administración insiste en que el 1 de agosto sigue siendo la fecha límite para aplicar los nuevos aranceles, salvo que haya avances sustantivos.
Trump también enfrenta otra fecha clave a mediados de agosto con China, ya que podrían reinstalarse aranceles de hasta el 145% sobre productos chinos si no se llega a un nuevo acuerdo. China ha utilizado su control sobre tierras raras para influir en las condiciones de la tregua comercial.
Mientras tanto, el sector empresarial en EE.UU. expresa preocupación por el impacto en los consumidores. “Aunque se haya postergado, los altos aranceles seguirán elevando los precios”, dijo Matt Priest, presidente de la asociación de distribuidores de calzado.
La administración asegura que el aplazamiento no implica falta de compromiso. Según la portavoz Karoline Leavitt, “el teléfono del presidente no para de sonar” con llamados de líderes mundiales dispuestos a negociar.
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