El informe sobre las perspectivas económicas mundiales, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentará la próxima semana, recoge que “el crecimiento global es marginalmente más fuerte debido a la sólida actividad en Estados Unidos y en muchos mercados emergentes”.
Así lo dijo este jueves Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del FMI, en su comparencia en el Atlantic Council, en Washington, en lo que supone el prólogo a la reunión de primavera de su institución. La economista búlgara anticipó que la proyección de crecimiento global a medio plazo sigue muy por debajo de su promedio histórico, justo por encima del 3%.
Pero, a la vista del panorama actual, “es tentador respirar un suspiro de alivio”, sostuvo. “Hemos evitado una recesión global y un periodo de estanflación (alta inflación y estancamiento económico) como algunos habían predicho”, añadió.
En un matiz ya habitual en los parámetros del FMI, al aire fresco le viene una ráfaga de polvo del desierto. “Todavía hay cantidad de cosas de las que preocuparse. El contexto global se ha vuelto más desafiante. Las tensiones geopolíticas han incrementado el riesgo de fragmentación de la economía mundial. Como hemos aprendido en los últimos años, estamos en un mundo en el que podemos esperar lo inesperado”.
En sus datos figuró que desde que Rusia invadió Ucrania, el crecimiento del comercio entre bloques políticamente distantes se ha desacelerado 2,4% más que entre los países que se hallan alineados en proximidad.
El cuadro más optimista surge, según su análisis, a partir de un consumo doméstico y una inversión empresarial robustos. Además ha ayudado una flexibilización en los problemas de la cadena de suministros. En este marco, la inflación ha bajado más rápido de lo que previamente se esperaba.
“La resiliencia del mundo económico, principalmente debido a sólidos fundamentos macroeconómicos construidos anteriormente, ha contado con la colaboración de fuertes mercados laborales y una expansión de la fuerza de trabajo. La potencia de este mercado se debe en parte a la inmigración, que ha sido muy importante en países con una población que envejece”, remarcó.
Sin embargo, “la triste realidad es que la actividad global es débil bajo los estándares históricos y las prospecciones de crecimiento se han ralentizado desde la crisis financiera mundial. La inflación no está totalmente derrotada, los colchones fiscales se han agotado y la deuda ha aumentado, lo que supone un gran reto para las finanzas públicas en muchos países”, indicó Georgieva.
El principal motivo de esa debilidad se debe a la ralentización de la productividad. Este factor representa la mitad del frenazo en las economías avanzadas y de casi la totalidad en los países de bajos ingresos.
Esto hace que se pase de “los turbulentos años veinte” de este siglo a “los tibios años veinte si no hay un curso de coerción”. Esa tibieza la definió como “una década lenta y decepcionante”.
Ante esto, los legisladores pueden evitar decisiones difíciles y esconder la cabeza o afrontar decisivamente la inflación y la deuda, promover la transformación económica impulsando la productividad, la inclusión y el crecimiento sostenible.
“Lo que necesitamos son los transformadores veinte”, subrayó. Señaló que se han visto buenas políticas desde que la inflación tocó techo a mediados del 2022. Recordó que el encarecimiento se situó en el 2,3% en el último trimestre del 2023 a nivel global en las economías avanzadas, lejos de aquel pico del 9,8%.
Expresó su confianza de que se siga por este camino con la creación de condiciones para que los bancos centrales empiecen a recortar los tipos de interés “en la segunda mitad de este año”, aunque el ritmo y el calendario pueden variar.
“Los bancos centrales han de mantener su independencia, las políticas han de resistir las llamadas a recortes antes de hora. Una descompresión prematura puede llevar a la sorpresa de una nueva inflación y la necesidad de volver a una política restrictiva del dinero”, remarcó. “Pero por otro lado, retrasar demasiado esos recortes puede ser echar agua fría en la actividad económica”. Su tesis es la misma que avala Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que capea la presión de los inversores y de no pocos legisladores de ambos partidos.
“Para muchos países, la perspectiva de un aterrizaje suave y mercados laborales fuertes supone que no hay mejor tiempo para actuar, para alcanzar niveles de deuda sostenibles y edificar soportes fiscales antes posibles shocks en el futuro. Para algunos, el retraso no es una opción. La consolidación debe empezar ahora para evitar el estrés de la deuda”, insistió la jefa del FMI.
En estas previsiones se ha de tener también muy presente la economía verde y una nueva realidad marcada por los avances tecnológicos que influyen en muchos sectores, desde la manufactura a la atención sanitaria o los servicios financieros. “Estamos en una época de transición hacia una economía digital y, ahora, la inteligencia artificial (IA) va a acelerar exponencialmente la cuarta Revolución Industrial”, argumentó.
“Esto nos trae un enorme potencial y también riesgos”, precisó. Y recordó un reciente estudio del FMI en el que se mostró que la IA puede afectar a un 40% de los trabajos en todo el mundo y hasta un 60% en las economías avanzadas.
“Puede mejorar la productividad de los trabajadores, pero también amenaza a puestos laborales. Invertir en infraestructuras digitales y capacidades, así como en una fuerte red de seguridad, determinará el ritmo de la adopción de la IA y su impacto en la productividad”, reiteró.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/economia/20240411/9593038/ee-uu-tira-economia-mundial-mantener-crecimiento-marginal.amp.html