Bienvenidos al último Miércoles de Septiembre! Y mientras cerramos este mes, encaramos los últimos 3 meses del año, y de eso se trata la reflexión de hoy: de cómo convertimos un “final” en un “comienzo”.
La vida es un proceso. Es un proceso de cambios, de evolución, de aprendizaje, de descubrimiento, y de esta forma, cada proyecto que encaramos es un proceso también.
Un proceso por definición es: Conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial. Wordreference.com
¿Por qué es importante revisar esta definición ahora? Porque muchas veces nos olvidamos que todos los proyectos tienen fases sucesivas y que requieren acción.
Cuando hablamos específicamente de proyectos profesionales, emprendimientos, o sistemas que queremos implementar en nuestras compañías, tendemos a perder de vista que dicha acción requiere disciplina y perseverancia.
La mayoría de nosotros creemos que los procesos se desarrollan de forma lineal a nuestra acción y a nuestro esfuerzo, por eso esperamos que los resultados sean visibles de acuerdo a cada paso que damos. La realidad es que la evolución y el desarrollo de los procesos no es lineal, al contrario, es acumulativa, es una curva creciente a partir de cierto punto.
Por ejemplo, cuando plantamos una semilla, por un tiempo vamos a regar la tierra sin ver ningún resultado, durante ese periodo de tiempo la semilla está creciendo y echando raíces que no vemos. Un día aparece la planta, y a partir de ese momento la vemos crecer día a día.
Cuando llegamos a esta parte del año empezamos a sentir el cansancio y caemos en lo que se llama “el valle de la decepción” de los procesos. Es esa parte donde regamos la tierra por un tiempo y todavía no vemos los resultados. Pero lo que no consideramos es que si seguimos con disciplina y perseverancia, cualquier día puede ser el día en que veamos todos los resultados juntos.
Esta circunstancia, sumada al hecho de que solo el 8% de las personas que se proponen objetivos a principio de año los logran al final, hace que empecemos a perder la motivación y a postergar la acción para el año siguiente.
Hoy les propongo que se tomen un momento y piensen cuáles son esas semillas que plantaron a lo largo del año, cuales crecieron y cuáles todavía tienen que salir de la tierra. Los invito a hacer un plan y de esa forma terminar el 2022 tomando acción consistente y confiando en no dejar morir esas semillas a las que les pusimos tanto esfuerzo a lo largo del año.
Si todavía quedan proyectos por comenzar u objetivos por lograr, no es tarde, cuanto antes comiences mejor! Y de esta forma vas a empezar el año 2023 con todos los proyectos vivos, creciendo y teniendo la oportunidad de aprender para encarar nuevos proyectos.
Como dije al principio, podemos convertir este final de año en un comienzo, tomando acción, renovando la energía y ejercitando la disciplina.
Como siempre, les dejo unas preguntas de reflexión:
- En qué proyectos te encontrás en el “valle de la decepción”?
- ¿Qué objetivos te propusiste a principio de año que todavía no alcanzaste?
- ¿Qué pequeñas acciones podés tomar para alcanzar dichos objetivos? Ya sean acciones semanales o mensuales
Redacción: Gise Di Fabio para el Comité Empresarial de Mujeres AACC / FEBICHAM
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