Es urgente y es una amenaza a corto plazo. El cambio climático sigue siendo un riesgo catastrófico, dice el último Reporte de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial (WEF). Entre los peligros proyectados para los próximos dos años por supuesto está el de la aparición de enfermedades infecciosas y la crisis en los medios de vida encabezando, pero en tercer lugar aparece la sombra de los fenómenos meteorológicos extremos y un poco más abajo en la lista, el daño ambiental humano.
A largo plazo, la agenda también preocupa. Para los próximos 10 años el informe identifica como riesgos la pérdida de la biodiversidad, la crisis de los recursos y el fracaso de la acción climática.
Un año atrás, en los inicios de la pandemia que cambiaría todo, los habitantes de las ciudades del mundo se guardaban a hacer cuarentena y los animales tomaban las calles. Aguas que volvían a ser transparentes, cielos libres de smog y chimeneas de fábricas apagadas parecían ser el presagio de un cambio. «De esto vamos a salir mejores», fue la frase que se repetía con esperanza en esos meses. Pero conforme los cuidados se fueron relajando, las cosas empezaron a revertirse. «Aunque los bloqueos en todo el mundo hicieron que las emisiones globales cayeran en la primera mitad de 2020, la evidencia de la crisis financiera de 2008-2009 advierte que las emisiones podrían recuperarse. Un cambio hacia economías más verdes no se puede retrasar hasta que desaparezcan los impactos de la pandemia. El fracaso de la acción climática es el riesgo a largo plazo más impactante y el segundo más probable», explica el informe del WEF.
A las trágicas noticias de la pandemia le siguieron, en este plano, alarmas de incendios alrededor del mundo (solo en la Argentina en el 2020 se quemaron más de 1 millón de hectáreas, incluyendo bosques, según Fundación Vida Silvestre) y se registró el año más cálido a nivel minimalismo, según el reporte del servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea (y, para la Argentina, fue el segundo año más cálido después de 2017).
Pero fenómenos como la aparición del coronavirus y la consecuente pandemia no son hechos aislados de la agenda ambiental. En palabras de Manuel Jaramillo, director General de Fundación Vida Silvestre Argentina, la creciente destrucción de la naturaleza está teniendo efectos catastróficos no solo en las poblaciones de vida silvestre, sino también en la salud. Las causantes de la disminución de las poblaciones de vida silvestre también constituyen amenazas directas a las personas, y contribuyen al surgimiento de enfermedades zoonóticas como el Covid-19. Es que, según datos de la propia fundación, las enfermedades infecciosas de origen animal representan más del 60 por ciento de todas las pandemias y epidemias recientes, incluyendo al coronavirus. «Lastimar a la naturaleza es lastimarnos a nosotros mismos. Una naturaleza sana, con biodiversidad conservada es el mejor amortiguador de pandemias», dice Jaramillo.
LO PRIORITARIO Y LO URGENTE.
Sí, la agenda climática es (o debería ser) prioritaria. Pero lo cierto es que el cimbronazo del 2020 hizo que las empresas pusieran el foco en lo urgente de mantener el negocio y garantizar la seguridad de sus colaboradores. En medio de ese contexto, por un momento las estrategias para combatir la crisis ambiental parecieron quedar en un segundo plano. Sin embargo, eso no quiere decir que los temas ambientales se hayan borrado de las agendas.
Fuente: https://www.cronista.com/apertura-negocio/empresas/alarma-por-los-efectos-que-la-destruccion-del-medio-ambiente-tiene-sobre-los-negocios-que-dicen-las-empresas/