La cumbre del G7, que reunió a los líderes de las economías más avanzadas del mundo en Kananaskis, Canadá, finalizó el 17 de junio de 2025 con un cierre marcado por la salida anticipada del presidente estadounidense Donald Trump. El retiro del mandatario estadounidense acentuó las tensiones geopolíticas en el encuentro, centrado en la guerra en Ucrania y la escalada entre Irán e Israel.
Durante la reunión, los líderes de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y las instituciones europeas buscaron proyectar unidad frente a una serie de crisis simultáneas. Además del conflicto en Medio Oriente, se discutieron las consecuencias económicas de los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, que generan preocupación por su impacto en el crecimiento global.
La Unión Europea, representada por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, reconoció la complejidad de las negociaciones comerciales con Washington, aunque afirmó que estas avanzan.
En paralelo, la cumbre recibió al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien se reunió con varios líderes y el secretario general de la OTAN. El primer ministro canadiense Mark Carney anunció un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania por 2.000 millones de dólares canadienses (unos 1.500 millones de dólares estadounidenses).
Pese a su ausencia final, Trump firmó junto a los demás líderes un comunicado en el que se afirma que Irán “nunca podrá tener un arma nuclear”, y se aboga por una desescalada del conflicto en Gaza. El canciller alemán Friedrich Merz fue una de las voces más enfáticas al advertir que el debilitado liderazgo iraní podría enfrentar la destrucción total de su programa nuclear si no retoma las negociaciones.
