El 5 de enero de 2023 era un día frío y brumoso. Al ver a Francisco apoyado en su bastón, la mano derecha apoyada en el sencillo ataúd de ciprés de Benedicto XVI, la cabeza inclinada y los ojos cerrados en silenciosa oración, algunos se habían asombrado al considerar la sobriedad de la ceremonia fúnebre como indigna de un Papa, una falta de consideración. No habían entendido que Bergoglio respetaba el deseo de Ratzinger y, sobre todo, ensayaba su propio funeral, aún más sobrio. La decisión se ha tomado hoy: la ceremonia del último adiós al Papa Francisco será el sábado 26 a las 10 de la mañana.

Ordenó que fuera enterrado «con dignidad, pero como todo cristiano», sin la exposición del cuerpo sobre un catafalco, el doble velatorio, títulos magnilocuentes y atavíos varios. Encargó la tarea al arzobispo Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas papales, y aprobó una nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis el 29 de abril de 2024, para que quede claro que «el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo», explicó Ravelli.

El lenguaje ha cambiado, en primer lugar: en las oraciones Francisco será llamado «Papa», «Episcopus Romae» o «Pastor», en el ritual «Romanus Pontifex», y por tanto obispo de Roma, pastor, Romano Pontífice, sin apelativos como «Sumo Pontífice de la Iglesia Universal» o «Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano». Pero es todo el rito, marcado por tres «estaciones», lo que se simplifica.

Primera estación

La primera fue la constatación de la muerte, «en la capilla privada de la casa del Pontífice» y ya no en su habitación. El jefe de la Dirección de Sanidad preparó «el informe sobre el examen del cadáver, la comprobación de su muerte y la causa que la provocó», el cuerpo fue revestido con la sotana blanca y llevado a la capilla, a la que llegaron también el camarlengo, el Deán, el maestro de celebraciones y los eventuales familiares.

Fue el camarlengo quien dirigió el rito de la constatación de la muerte, el primer momento de oración, «Pastor noster, Papa Franciscus, cum Christo mortuus est». El cuerpo del Papa se viste con la túnica litúrgica roja, con la mitra y el palio, sin el báculo papal, y se deposita en un único «ataúd de madera y zinc» que sustituye a los tres féretros tradicionales de ciprés, plomo y roble. A su lado se coloca un cirio pascual. El camarlengo redacta el certificado de defunción. Se prescinde del traslado del féretro al Palacio Apostólico. En la capilla se reza el rosario y la liturgia de las horas, y se leen las Escrituras. El maestro de ceremonias decide la hora de entrada de los fieles.

Segunda estación

En el día y la hora determinados por la congregación de cardenales, el féretro es llevado en procesión a la Basílica de San Pedro. Se entonan las letanías de los santos y los salmos. El cuerpo se expone a los fieles en el ataúd y ya no sobre un alto féretro. El báculo papal ya no se coloca junto al féretro. Dado que la deposición en el féretro ya ha tenido lugar tras la constatación de la muerte, se cierra la víspera de la misa de exequias. El rito está presidido por el camarlengo, que da la lectura del rogito, un texto en latín que resume la vida y las obras del Pontífice. El maestro de las celebraciones extiende un velo de seda blanca sobre el rostro de Francisco y en el ataúd coloca una bolsa con las monedas acuñadas durante su Pontificado y el tubo metálico con el rogito. El funeral tiene lugar en la explanada de San Pedro. Sobre el féretro, colocado delante del altar, está el libro de los Evangelios.

Tercera estación

La última estación, al final de la misa de exequias, se realiza en el lugar de la sepultura, mientras se cantan antífonas y salmos: «Como la cierva anhela las corrientes de agua, así te anhela mi alma, oh Dios». Como sólo hay un ataúd, ya no se celebra el rito de colocar y cerrar el ataúd de ciprés en el segundo de plomo y en el tercero de roble. En el féretro, antes de colocarlo en la tumba, se imprimen los sellos del camarlengo, de la Prefectura de la Casa Pontificia y de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas. El día del funeral es el primero de los «Novendiali»: durante nueve días se celebran misas de sufragio en San Pedro.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2025/04/22/68076032fdddff2b208b4574.html

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