Las conflagraciones no son nuevas en Chile. Al contrario, cada año hay en promedio más de 6.000. Pero las llamas que azotaron a Valparaíso, en el centro del país, combinaron una sequía de más de una década, la ola de calor particularmente fuerte del verano y la aglomeración de casas en zonas que se debían haber preservado como cortafuegos.

La segunda emergencia que más muertos ha dejado en Chile desde el terremoto de 2010. Así describió la ministra del Interior, Carolina Tohá, los incendios forestales que azotaron a diferentes regiones del centro-sur del país, especialmente a Valparaíso. Más de 120 personas fallecieron por las llamas.

Detrás de esta letalidad hay una suma de varias razones: la sequía prolongada, pastos secos, una ola de calor en este verano y que muchas personas tuvieran sus hogares en lugares donde no se podía construir. Además, las autoridades señalaron que existe la posibilidad de que estos incendios hayan sido provocados.

Una sequía que no cesa con las lluvias

Los expertos coinciden en que en la base de los incendios forestales están los extremos que muestra el clima. Y Chile sabe bastante de eso. Algunas regiones del país, como Coquimbo, llevan 16 años en sequía. Esto es cuando la cantidad de lluvia se mantiene por debajo del promedio habitual.

La situación no se revirtió ni siquiera con las lluvias que hubo en 2023 por el fenómeno de El Niño, ya que el evento produce calor extremo en unos lugares del planeta y en otros genera precipitaciones, como ocurre en el país austral.

“La sequía en sí misma, estadísticamente, se corta. Pero en términos de disponibilidad de agua, las precipitaciones del año pasado no son suficientes para revertir un periodo tan largo de lluvias por debajo de lo normal”, explicó a France 24 Rodrigo Fuster, investigador del Centro Avanzado para las Tecnologías del Agua (CAPTA) y del Laboratorio de Análisis Territorial de la Universidad de Chile.

Lo que sí generaron esas lluvias es que las plantas crecieran y esa vegetación se secó con el verano que llegó después. “Perdió su verdor, estuvo seca y muy propensa a que se pudiera quemar”, añadió Fuster.

A esta especie de combustible se sumó la superola de calor que afectó al centro de Chile, particularmente a finales de enero, durante el verano. Las temperaturas superaron los 40ºC, algo que no es habitual allí.

El calor era tanto que, desde antes de que comenzaran las conflagraciones, algunas provincias como Concepción y Biobío entraron en alerta roja por la posibilidad de incendios forestales. Esos lugares fueron afectados por la temporada de fuegos en 2023 y, como un presagio, volvieron a padecer las llamas en 2024.

Las llamas arrasaron con las viviendas que estaban en el cortafuegos

Cientos de incendios forestales arrasaron con más de 10.000 hectáreas de regiones como Araucanía, Biobío y la Metropolitana, según la Corporación Nacional Forestal (Conaf). Pero la mayoría de los muertos por las conflagraciones se concentraron en Valparaíso.

Una de las razones es que muchas de las casas consumidas por el fuego tenían lo que se conoce como materiales livianos, que son por ejemplo madera y fibrocemento. Estos arden con mucha más facilidad que los ladrillos o el cemento, como lo explicó a France 24 Miguel Castillo, director del Laboratorio de Ingeniería de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.

Castillo también señaló que muchas de las viviendas eran de invasión y se construyeron en zonas de cortafuegos. Es decir, en perímetros que son cercanos a bosques y que, por ley, debían estar libres para evitar que las llamas se propagaran.

A todo esto se añade que muchos de los habitantes no atendieron las advertencias de evacuación que enviaron las autoridades a los teléfonos móviles, como lo dijo el presidente chileno, Gabriel Boric.

Los incendios forestales han aumentado en Chile en los últimos 50 años, según la CONAF.
Los incendios forestales han aumentado en Chile en los últimos 50 años, según la CONAF. © France 24

En los últimos 50 años, los incendios forestales en Chile han aumentado progresivamente. Pues en la década del setenta, el promedio era de 2.000 incendios forestales cada año; mientras que entre 2013 y 2023, ese promedio fue de más de 6.700 según los datos de la Conaf.

El mismo organismo estatal señala que el 99,7% de las conflagraciones han sido provocadas, “ya sea por descuidos o negligencias en la manipulación de fuentes de calor, o por prácticas agrícolas o por intencionalidad, originada en motivaciones de distinto tipo, incluso la delictiva”.

En pocas palabras, los extremos del clima pusieron las condiciones perfectas para que los incendios forestales fueran más arrasadores de lo usual. Y en su paso, las llamas se potenciaron por las decisiones humanas.

Fuente: https://www.france24.com/es/programas/medio-ambiente/20240213-por-qu%C3%A9-los-incendios-forestales-de-chile-fueron-tan-letales

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