Hemos asimilado lecciones de aprendizaje extremadamente útiles que han servido para entrenarnos de manera más eficiente e innovadora en nuestra carrera como “Estrategas de Negocios”. Las historias personales de emprendedores han sido una fuente de inspiración y de dirección estratégica y han afinado metodologías propias con las que finalmente beneficiamos a nuestros clientes.

El CEO y fundador de SuperbStrategy, Edgar Lamela, representa un ejemplo ideal de lo que deseamos compartir en este artículo. Uno de los capítulos más relevantes de su historia personal ha sido su experiencia como campeón de competencias de motos. De su espíritu competitivo y de su personalidad de atleta nos hemos nutrido para adoptar las mejores estrategias y delinear con precisión y éxito soluciones para nuestros clientes.

Contrariamente a lo que algunos puedan pensar, el motociclismo de competición requiere una gran preparación física, incluso por encima de la de muchos otros deportes principales que parecen más intensos. Sabemos que durante una carrera o en los entrenamientos, el corazón de un piloto supera el 90% de la frecuencia cardiaca máxima, por lo que debe tener una muy buena base aeróbica y una alta capacidad de tolerancia anaeróbica para mantener el ritmo durante una carrera de más de 40 minutos. Además, su condición física debe ser excelente para mantener los músculos en tensión y aplicar fuerza en posiciones extremas durante la mayor parte de la competición, ejerciendo fuerzas g de hasta 1,2g en las curvas y de hasta 2g en las frenadas, lo que hace que la moto (y el piloto) pesen efectivamente media tonelada en los frenos.

A lo largo de la carrera, el piloto debe mantener una posición aerodinámica que le permita ganar mayor velocidad sin perder el control de su moto. Por último, y lo más importante, el cerebro del piloto tiene que ser capaz de tomar decisiones adecuadas a 300 km/h. Cualquier error puede ser fatal, no sólo para él sino también para los demás competidores, por lo que la ética y las buenas prácticas deben formar parte de la estrategia competitiva.

Estrategia impregnada de competitividad

Habitualmente, cuando escuchamos las palabras Espíritu Competitivo lo asociamos directamente al mundo del deporte, sin embargo, cuando hablamos en el ámbito de la empresa y el emprendimiento se convierte en una cuestión estratégica.

La filosofía del deportista de alta competición promueve la adopción de principios estratégicos clave y nos permite conceptualizar la definición de competitividad. A partir de ahí, la definimos como la capacidad de competir en el entorno social y empresarial para obtener mayores ventajas frente a otros actores. Para lograr estas ventajas, es esencial desarrollar las competencias necesarias, es decir, las habilidades y destrezas para desenvolverse en el campo, como disciplina, perseverancia, estudio analítico, esfuerzo, enfoque, intencionalidad y dominio de la estrategia.

Por ello es importante que las empresas realicen una evaluación profunda, un diagnóstico de su espíritu competitivo y sus aptitudes para alcanzar el éxito. Creemos firmemente que éstas, junto con el deseo de alcanzar metas más altas, influirán directamente en el éxito de la empresa y servirán para inspirar al equipo interno, a los colaboradores externos e incluso al mercado objetivo, convirtiéndose en una ventaja única.

En consecuencia, quienes desarrollen un perfil competitivo no tendrán miedo de probar la innovación, ni de traspasar los límites de lo factible (y de lo ético), lo que puede llevar a descubrir oportunidades interesantes que otros agentes menos competitivos no identifican.

Competir vs. Combatir/Luchar

Competir

  • Competir se enseña, se entrena, se aprende.
  • Invoca la disciplina y orienta a la búsqueda de la excelencia.
  • Permite entender y dominar progresivamente los procesos, superar las barreras internas, superar dificultades y ser mejor cada día.
  • Frente al enfoque de percibir a los demás como rivales, el competidor se convierte en su propio rival, compitiendo consigo mismo para aprender, mejorar y avanzar hacia la excelencia profesional y personal. Entonces el rival deja de serlo y se convierte en un simple adversario. El compañero de equipo también deja de ser un posible rival interno y es un aliado más en el aprendizaje permanente.
  • Competir promueve la integridad, los valores y la ética.
  • Competir no es vencer a los demás, sino superarse a uno mismo.

Combatir/Luchar

  • Está cuestionado y desprestigiado, recuerda las prácticas políticas.
  • Combatir se asocia a ganar, a vencer sin misericordia, alcanzar el éxito, destacar, ganar dinero, abrirse camino a través de una competencia frenética y despiadada.
  • También se relaciona con la ausencia de moralidad, ser desleal, deshonesto, “trepar”, lograr éxito a toda costa. Es un enfoque asociado a un capitalismo desbocado y deshumanizado.
  • Combatir está mal visto por muchos en la sociedad actual.
  • Es un enfoque que busca el éxito o la satisfacción del ego por el camino más rápido y corto.
  • Desestimula el aprendizaje, la competencia leal y la excelencia.

Claves para la Competitividad

A continuación, compartimos conceptos fundamentales y recomendaciones para desarrollar competitividad en las empresas y sus equipos:

  • Practicar la resiliencia: gestionar las propias exigencias, superar dificultades, gestionar conflictos y frustraciones.
  • Inteligencia emocional: habilidades sociales, empatía, comunicación asertiva, gestión de correcciones.
  • Trabajo en equipo: alinear los intereses personales con los objetivos colectivos, asumir y respetar las normas, establecer compromiso y complicidad, aceptar y mejorar el propio papel.
  • Liderazgo: ejercer influencia, conciliar, ser ejemplar.
  • Ser proactivo: interiorizar valores como el esfuerzo, la humildad, el respeto, generar hábitos de trabajo, tomar iniciativas, ser emprendedor, ser creativo.
  • Hábitos de vida saludable: ocio y tiempo libre, agenda personal, descanso, alimentación, relaciones afectivas, familiares y de amistad.
  • Aprender de los errores: equivocarse ayuda a analizar, buscar soluciones, rectificar, aprender y evolucionar. No tiene sentido temer a los errores, tener miedo a equivocarse o fracasar.
  • Exigencia para acelerar los procesos de aprendizaje: la exigencia adaptada al nivel de competencia nos pone en estado de alerta, nos saca de la zona de confort, fomenta el esfuerzo y se materializa en aprendizaje y desarrollo.
  • Anticiparse a los imprevistos: estimula los reflejos, la toma de decisiones y la capacidad de adaptación. Hay que estar preparado incluso para lo imprevisto, saber gestionar cualquier situación que surja por sorpresa.
  • Aceptar la discrepancia: el debate abre oportunidades, como revisar el propio punto de vista, abrirse a nuevas opiniones, enriquecer el propio pensamiento, alcanzar compromisos, reforzar el vínculo o la complicidad, ver reforzada la relación personal o profesional. Discrepar no tiene por qué ser el final de nada, sino un paso para avanzar y consolidar el aprendizaje y la complicidad.
  • El cambio o la novedad estimulan el aprendizaje: gestionar y adaptarse a los cambios es clave en una sociedad que avanza constantemente. Lo que hoy vale, mañana cambiará. Vivir en estado de alerta para gestionar los cambios es entender que éstos son oportunidades de aprendizaje.
  • El rival o adversario en la competición es un cómplice en el proceso de aprendizaje y desarrollo. En la competición, el rival evalúa nuestras habilidades y retrata nuestro nivel de preparación. Además, hay que tener en cuenta que ellos también pueden contrarrestar nuestras estrategias.

Víctor Manrique
COO SuperbStrategy
victor@superbstrategy.com
www.superbstrategy.com

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