La ola inflacionaria que afecta a la economía global genera desorden e inestabilidad económica y muchas veces crisis políticas en los países adonde se siente con mayor intensidad. Según John Ross, académico del instituto chino Chongyang de Estudios Financieros y miembro de la ONG No a la guerra fría, la ola inflacionaria cobra impulso al compás de los aumentos de la tasa de interés que establece Estados Unidos en un intento de controlar el ascenso de los precios, lo que genera en el país y en la economía global, un aumento de las expectativas de recesión.

Según Ross, las economías emergentes del Sur global se han visto impactadas por un golpe cuádruple que ha producido una inflación creciente y una desaceleración del crecimiento mayor que en las del Norte global.

En primer lugar, el aumento de las tasas de interés de Estados Unidos hace subir el tipo de cambio del dólar frente a las monedas de los países en desarrollo, aumentando los precios de importación, lo que empeora la inflación para estos países en desarrollo.

En segundo lugar, la subida del dólar frente a las monedas de los países en desarrollo aumenta el costo en sus monedas de pagar las deudas por préstamos de los organismos financieros internacionales, que están cotizadas en dólares.

En tercer lugar, para intentar evitar una caída muy pronunciada de sus tipos de cambio y tratar de evitar que el capital fluya desde sus economías hacia los Estados Unidos, los países del Sur global elevan las tasas de interés, empujando a sus economías hacia la recesión.

Y cuarto, la recesión del Norte global reduce la demanda de exportaciones del Sur global, ejerciendo una mayor presión a la baja sobre sus economías.

En Estados Unidos, los funcionarios de la administración y los medios de comunicación afirman que esta inflación global y la presión a la baja sobre los niveles de vida que crea se deben mayormente a la guerra generada por la invasión rusa de Ucrania. Pero una mirada más atenta a los hechos económicos refutaría esta afirmación, explica Ross.

La guerra de Ucrania comenzó el 24 de febrero, pero la inflación de Estados Unidos ya había estado aumentando considerablemente durante casi dos años antes de eso. Los aumentos de precios fueron del 0,1 % en mayo de 2020, pero en enero, antes de la guerra de Ucrania, los precios ya habían subido al 7,5 %; la inflación, entonces, aumentó un 7,4 % antes de la guerra. En agosto, los aumentos de precios en Estados Unidos fueron del 8,3%, un incremento de solo el 0,8% desde que comenzó la guerra.

Para Ross, más del 90% de los aumentos de precios en Estados Unidos se produjeron antes de la guerra de Ucrania. Por lo tanto, es importante pensar críticamente cuando se culpa a la guerra de la inflación mundial y la consiguiente reducción de los niveles de vida. La enorme ola inflacionaria de Estados Unidos, que se extendió por todo el mundo con solo dos o tres meses de retraso, ya que Estados Unidos es la economía más grande del mundo, tuvo lugar antes de la guerra de Ucrania.

Como señaló el consejo editorial del Wall Street Journal: “Esta no es la inflación de Putin… Esta inflación se hizo en Washington”. La explicación técnica sobre el proceso que llevó a la disparada de la inflación estadounidense la dio Larry Summers, exsecretario del Tesoro norteamericano: en mayo de 2021, Summers advirtió que “estamos asumiendo riesgos muy importantes por el lado de la inflación… La idea de la Fed solía ser que se quitara la bebida antes de que la fiesta se descontrolara, ahora la doctrina parece ser que se sacará la bebida después de que se ve a la gente tambaleándose borracha (…) Estamos imprimiendo dinero, estamos creando bonos del gobierno (…) estamos tomando prestado en escalas sin precedentes”.

El déficit presupuestario de Estados Unidos aumentó al 26% del producto bruto interno (PBI) y el aumento anual de la oferta monetaria alcanzó el 27%, ambos, con mucho, los más altos en la historia de tiempos de paz del país. Con un gran aumento en la demanda y sin un aumento importante en la oferta, era inevitable que la inflación estadounidense se disparara. Pero más importante que una explicación técnica es comprender el papel social de la inflación.

La inflación mostró que la demanda era mucho más alta que la oferta, ejerciendo una presión alcista sobre los precios de los bienes y servicios. Por lo tanto, al no producirse un aumento de la oferta, hubo que reducir la demanda. La pregunta social clave era: ¿Qué gasto estadounidense se recortaría? Ross afirma que muchas reformas estadounidenses podrían implementarse recortando la demanda y reasignando el gasto, reduciendo así las presiones inflacionarias, sin reducir el nivel de vida de Estados Unidos. De hecho, estas reformas mejorarían la eficiencia económica y el nivel de vida.

El gasto militar de Estados Unidos es el más alto del mundo, más que el gasto militar de los siguientes nueve países combinados. Este gasto del 3,7% del PBI podría reducirse sin que disminuya el nivel de vida.

Del mismo modo, en 2020, el gasto en atención médica alcanzó el 19,7 % del PBI, casi una quinta parte de su economía. Pero el sistema de salud privado de Estados Unidos sigue siendo ineficiente.

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/nota/el-alza-inflacionaria-en-estados-unidos-se-propaga-a-la-economia-mundial-2022101720530

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