La guerra y las sanciones a Rusia han afectado a las conexiones por tierra, mar y aire. Los fletes aéreos entre la UE y China se han cuadruplicado y cada vez afloran nuevos problemas en la cadena de suministro, lo que hacen subir los precios y la inflación.
China vuelve a sufrir una ola de contagios de COVID-19, especialmente en la ciudad sureña de Shenzhen, un punto clave no solo por contar con el cuarto puerto con mayor tráfico de contenedores del mundo, sino también por ser la capital tecnológica china por excelencia. Esta nueva ola de contagios del coronavirus ha hecho que las autoridades locales hayan decretado un confinamiento que, en la práctica, paraliza la actividad industrial en la ciudad hasta (al menos) el 20 de marzo. La actividad logística portuaria se mantiene, por el momento, activa. Pero eso no evitará el impacto de esta medida en la cadena de suministros global.
Shenzen, el Silicon Valley chino
Algunos expertos han bautizado a la gigantesca ciudad de Shenzhen (17,5 millones de habitantes) como «el Silicon Valley de China», por ser el corazón manufacturero de tecnología electrónica del planeta y hogar de empresas gigantes chinas como Huawei, Tencent, OPPO y ZTE. Así, el confinamiento y el bloqueo de la actividad industrial en la ciudad podría traer consecuencias importantes para el sector tecnológico, incluyendo desabastecimiento de componentes y dispositivos tecnológicos a nivel mundial.
De hecho, Foxconn, uno de los principales proveedores de Apple y Samsung y principal ensamblador del iPhone, ha anunciado la suspensión temporal de sus líneas de producción en su fábrica de Shenzhen, lo que representaría una potencial escasez de componentes para diferentes productos tecnológicos. Otros de los grandes afectados por el confinamiento en la ciudad podrían ser Intel, Toyota o Volkswagen, que también cuentan con grandes proveedores locales.
Y todo esto en plena crisis mundial de abastecimiento de chips.