Los países que dependen de la vasta oferta de energía, trigo, níquel y otras materias primas de la región podrían experimentar escasez y un aumento en los precios, lo que podría impulsar el descontento social.

Después de ser azotada por la pandemia, los atascos en la cadena de suministros y los repuntes de precios, la economía global está a la espera de que un enfrentamiento armado en la frontera de Europa vuelva a trastocar su trayectoria de manera incierta.

Incluso antes de que el Kremlin enviara soldados rusos a los territorios separatistas de Ucrania el lunes, la tensión ya había causado estragos. La promesa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de aplicar sanciones punitivas como respuesta y la posible venganza de Rusia ya habían provocado una disminución de los rendimientos en el mercado de valores y un aumento de los precios de la gasolina.

Un ataque abierto por parte de las tropas rusas podría provocar repuntes vertiginosos en los precios de los energéticos y de los alimentos, además de impulsar los temores inflacionistas y asustar a los inversionistas, una combinación que amenaza la inversión y el crecimiento de las economías de todo el mundo.

Aunque los efectos fueran muy adversos, el impacto inmediato no sería nada parecido a las devastadoras suspensiones de actividades provocadas por el coronavirus en 2020. Rusia es un gigante transcontinental con 146 millones de habitantes y un enorme arsenal nuclear, además es un proveedor fundamental de petróleo, gas y materias primas que mantienen en funcionamiento a las fábricas del mundo. Pero, a diferencia de China, que es una potencia manufacturera y está entrelazada en intrincadas cadenas de suministro, Rusia tiene un papel de poca importancia en la economía global.

“Rusia tiene una mínima importancia en la economía global, excepto por el gas y el petróleo”, dijo Jason Furman, un economista de Harvard que fue asesor del presidente Barack Obama. “Es, en esencia, una gasolinera muy grande”.

Claro que una gasolinera cerrada puede paralizar a quienes dependen de ella. La consecuencia es que cualquier daño económico se propagará de manera desigual: muy fuerte en algunos países e industrias e imperceptible en otros.

Europa recibe de Rusia casi el 40 por ciento de su gas natural y el 25 por ciento de su petróleo, y es probable que se vea muy afectada con los repuntes de las facturas del gas y la calefacción, las cuales ya están aumentando. Las reservas de gas natural se encuentran a menos de una tercera parte de su capacidad, mientras se avecinan algunas semanas de bajas temperaturas y los líderes europeos ya han acusado al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de haber reducido el suministro con el fin de obtener una ventaja política.

También está el asunto del precio de los alimentos, los cuales han alcanzado su nivel más alto en más de una década debido, en buena medida, al desastre de la cadena de suministro causado por la pandemia, según un informe reciente de Naciones Unidas. Rusia es el mayor proveedor de trigo en el mundo y, junto con Ucrania, representa casi una cuarta parte del total de las exportaciones mundiales. Para algunos países, la dependencia es mucho mayor. Esa afluencia de grano representa más del 70 por ciento del total de las importaciones de trigo de Egipto y Turquía.

 

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2022/02/23/espanol/rusia-ucrania-economia.html

Suscríbase a nuestro Newsletter

Manténgase siempre informado.

Reciba en su email la mejor información de eventos y seminarios.

Su email fue agregado exitosamente!