Por Sonia Schott
Si bien la oferta mundial de petróleo aumentó alrededor de 1,6 millones de barriles por día, hasta alcanzar los 104,6 en promedio en 2025, los pronósticos apuntan a que el crecimiento de la demanda mundial perderá fuerza gradualmente, en los próximos años.
Y es que, según la Oficina de Información Energética, estadounidense (EIA) por sus siglas en inglés,” la creciente incertidumbre en torno al comercio, la manufactura y la inversión global, apunta a un riesgo a la baja del crecimiento económico, lo cual tiene un efecto directo en el consumo de petróleo”.
En lo que vamos de 2025, la demanda se ralentizó de 990 kb/d, en el primer trimestre de 2025, a 650 kb/d.
Los precios del crudo de referencia cayeron alrededor de 10$ por barril, durante abril y mayo, en medio de la escalada de aranceles estadounidenses y aumentos de producción de la OPEP+, mayores de lo esperado.
La baja se moderó ligeramente luego de que Estados Unidos alcanzara un acuerdo comercial con el Reino Unido el 8 de mayo y un acuerdo de 90 días con China, el 12 de mayo.
Sin embargo, el aumento de riesgo geopolítico durante el último mes, con el ataque a Irán, llevó a la EIA a elevar su previsión para los precios del crudo durante el segundo semestre de 2025.
“Si bien seguimos esperando que el aumento de los inventarios mundiales de petróleo provoque una caída de los precios del crudo respecto a los niveles actuales, ahora pronosticamos que el precio spot del crudo Brent promediará 66 dólares por barril, en el 2025, casi 5 dólares por barril más que la previsión del mes pasado”
Este aumento de los precios del petróleo, para el segundo semestre de este año, reflejó la importancia del Estrecho de Ormuz para el suministro mundial de crudo pues, alrededor del 20% del consumo mundial de petróleo se transporta por esa vía marítima y la posibilidad de que Irán pudiera cerrar el Estrecho, causó un impacto en los precios.
Pero, a pesar del panorama incierto, las previsiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) son optimistas.
“El mundo necesitará más energía en las próximas décadas, por lo que la demanda mundial energética aumentará un 23 % hasta 2050, impulsada por la búsqueda de un mayor crecimiento económico, el aumento de la población y particularmente por las nuevas industrias de gran consumo energético como la inteligencia artificial”, según su secretario general, Haitham al-Ghais.
Según Ghais, la historia de la energía se basa en adiciones, no en sustracciones poniendo como ejemplo que “el mundo consume más madera, petróleo, carbón o gas, pues las energías tienden a complementarse: el auge del carbón impulsó el uso mundial de madera; el auge del petróleo impulsó el uso mundial de carbón; y las energías renovables y los vehículos eléctricos requieren una gran cantidad de productos derivados del petróleo para su desarrollo y uso”.
La administración del presidente, Donald Trump, parece estar de acuerdo en este punto, pues ha estado impulsando un regreso vigoroso de las energías fósiles, por encima de las energías limpias, bajo la promesa de que “el mundo necesita más energía, en particular, estadounidense”.
Así lo sostuvo el secretario de Energía, Chris Wright, en un artículo que publicó en The Economist.
Wright aseguró que se está acelerando la producción de todos los recursos básicos como el carbón, la energía nuclear, geotérmica y, por supuesto, el gas natural, que por sí solo suministra más del 40% de la electricidad estadounidense.
La compañía, British Petroleum, por ejemplo, ha vendido sus inversiones de energía eólica terrestre en Estados Unidos, ante informes que indican que tanto las empresas eólicas como solares, enfrentan desafíos por la agenda energética de Trump y de una pequeña pero importante mayoría republicana en el Congreso.
Así, bajo la premisa de fortalecer el crecimiento estadounidense, Washington busca ampliar el suministro de energía confiable para “liderar la próxima gran frontera de alto consumo energético: la inteligencia artificial (IA).
Si bien el aumento de la producción de combustibles fósiles es la divisa, las nuevas sanciones que La Casa Blanca amenaza con imponer a Rusia, si Moscú no acepta un acuerdo de paz con Ucrania en un plazo de 50 días, está siendo recibida con cautela por los expertos del sector.
Trump ha amenazado con aranceles secundarios a los compradores de crudo venezolano, iraní y ruso, en varios momentos de su segundo mandato, pero aún no se han concretado.
Los llamados aranceles secundarios impondrían impuestos a terceros países que compren productos energéticos a Rusia.
En un nuevo intento para presionar al líder ruso, Vladimir Putin, a que acepte un acuerdo de paz con Ucrania, el presidente estadounidense amenazó con imponer «aranceles secundarios» del 100 %.
Esto significaría que países como India, China o Turquía, enfrentarían altos aranceles impuestos por Washington, que podrían estar entre el 100% e incluso el 500%, según pretende imponer el poder legislativo estadounidense, por comprar petróleo ruso.
Esta medida mermaría una de las fuentes de ingresos más importantes para la economía de guerra del Kremlin.
Las sanciones sobre los ingresos de exportación de Rusia, que representan entre un 30 % y un 50 % de su presupuesto federal, buscan afectar la financiación de la campaña militar rusa pero, además, podrían beneficiar a Estados Unidos para captar nuevas cuotas de mercado, a medida que se reducen las exportaciones rusas
China con aproximadamente 2 millones de barriles diarios, India con aproximadamente 2 millones de b/d y Turquía alrededor de 300.000 b/d, son los principales compradores de crudo ruso, mientras que Brasil compra unos 200.000 b/d de productos petrolíferos rusos” según, Chris Raine, de Energy Intelligence.
Para la Agencia Internacional de Energía, los ingresos rusos, por ventas de petróleo crudo y productos derivados del petróleo en junio, disminuyeron casi un 14% respecto al año anterior.
También es cierto que, Rusia ha logrado burlar las prohibiciones a la venta de su petróleo con el uso de las llamadas «flotas fantasmas» de petroleros sin seguimiento, para desviar el petróleo a los mercados asiáticos. Más del 70 % de las exportaciones marítimas rusas dependen actualmente de estos buques.
El Tesoro estadounidense ha respondido sancionando a casi 180 embarcaciones y entidades relacionadas, pero la aplicación de las sanciones sigue siendo difícil.
Un hecho curioso es que China parece estar corriendo en dirección opuesta a Estados Unidos. Si bien los mercados petroleros han dependido durante mucho tiempo de la enorme demanda china, ahora favorece un cambio de rumbo para abandonar progresivamente el uso de los combustibles derivados del petróleo y privilegiando la producción de vehículos eléctricos a precios competitivos, que pueden inspirar a otras naciones del sudeste asiático para seguir el mismo camino de descarbonización de su economía.
