Por Sonia Schott

La Organización de Estados Americanos (OEA) ha tenido, como todas las instituciones internacionales, sus altos y sus bajos y ha sido blanco de ataques en numerosas ocasiones por parte de los países miembros por su falta de efectividad para solucionar los retos políticos regionales o porque sus avances se consideran como una intromisión no deseada en los asuntos internos.

Si bien la OEA fue fundada formalmente el 30 de abril de 1948 en Bogotá, Colombia, como un foro de integración para promover la paz, la democracia, los derechos humanos y la cooperación y más recientemente la seguridad hemisférica entre sus miembros, para algunos historiadores, su origen se remonta al Congreso de Panamá, convocado por el Libertador, Simón Bolívar en 1826; no en vano se considera la organización internacional más antigua del mundo.

En sus inicios, su enfoque central fue el ámbito político, pero la cooperación económica se ha amplificado adquiriendo relevancia como lo establece la Carta de la OEA, que promueve el desarrollo económico, social y cultural de los Estados miembros.

“…pero fue una invitación del gobierno de Estados Unidos la que desencadenó el proceso que ha continuado ininterrumpidamente hasta hoy día” según la página web de la Institución detallando que entre esos primeros objetivos también contaba la búsqueda de un plan de arbitraje para el arreglo pacífico de controversias producto del incremento en el intercambio comercial entre los países miembros.

La primera Conferencia Internacional Americana tuvo lugar en Washington DC, del 2 de octubre de 1889 al 19 de abril de 1890, desde entonces la capital estadounidense sigue siendo anfitriona de la sede oficial, pero además Estados Unidos, es el mayor contribuyente financiero de la Organización con un monto estimado de 60,4 millones de dólares, según el año fiscal 2024.

“El gobierno estadounidense ha buscado -desde sus inicios- utilizar la OEA para promover objetivos económicos, políticos y de seguridad en el hemisferio occidental” sostiene Peter J. Mayer, analista de políticas latinoamericanas, en el Servicio de Investigación del Congreso.

Mayer, en su reporte publicado en el “Congresional Research Service” en mayo de 2025, sostiene que las iniciativas de la OEA reflejaron con frecuencia la política estadounidense del siglo XX,  influenciada por la Guerra Fría, cuando fue utilizada como instrumento para luchar contra el comunismo en Las Américas.

De acuerdo con este analista, la OEA ha tenido dificultades para cumplir con su mandato debido a los retos políticos y financieros, en parte originados en la creciente polarización política que ha dificultado el establecimiento de una agenda hemisférica común.

“En consecuencia, la organización a veces no logra establecer un consenso sobre los desafíos regionales ni destinar recursos suficientes para abordarlos eficazmente” dice Mayer.

Albert Ramdin, quien asumió el cargo de secretario general de la OEA, el pasado 30 de mayo, como el primer secretario general proveniente de un Estado miembro de la comunidad del Caribe (CARICOM), ha enfatizado la importancia de encontrar puntos en común entre los Estados miembros.

Según datos oficiales, para 2024, el presupuesto de la OEA fue de 167 millones de dólares, utilizados para brindar orientación política y asistencia técnica a los Estados miembros.

La OEA, una vez más, enfrenta un nuevo desafío.

Es la propia Casa Blanca, que luego de la orden ejecutiva, 14199, emitida el 4 de febrero de 2025, firmada por el presidente, Donald Trump, busca una revisión de la participación estadounidense en diferentes organizaciones internacionales, incluyendo a la OEA.

El propio Trump ha dejado en claro que, el interés nacional primará sobre cualquier otra consideración en la arena internacional y que cada dólar que se gaste, cada programa que se financie y cada política que se implemente, deberá estar en concordancia con esos objetivos.

El secretario de Estado, Marco Rubio, ha destacado que el seguir las políticas de la administración Trump “requerirá cambiar algunas prioridades, restar importancia a algunos problemas y eliminar algunas prácticas”.

Al 8 de mayo de 2025, la OEA informó que la administración Trump, canceló la financiación estadounidense de al menos 22 programas de la OEA, actuando de conformidad con la mencionada orden ejecutiva.

El secretario de Estado tendrá la última palabra al recomendar a Trump si conviene o no, el financiamiento estadounidense a determinados organismos multilaterales. La fecha límite es agosto,

Por lo pronto, el presupuesto preliminar de la administración Trump para el año fiscal 2026, no menciona específicamente a la OEA, pero recomienda suspender la mayoría de las contribuciones señaladas y todas las contribuciones voluntarias a organizaciones internacionales. 

Entonces ¿sucumbirá la OEA ante las nuevas demandas de Washington?

Si Estados Unidos dejara de financiar a la OEA, las consecuencias podrían ser significativas, dado que Washington aporta cerca del 50% del presupuesto total de la Organización. 

La OEA, sufriría una fuerte reducción en sus recursos, afectando su capacidad para ejecutar programas, amén de recortes de personal, tomando en cuenta que otros países, tendrían dificultades para compensar el gran vacío económico dejado por Estados Unidos, lo que podría generar una crisis institucional.

Sin embargo, hay algunos signos que parecen indicar que podría salir ilesa de esta nueva prueba.

Por una parte, Rubio dijo durante una audiencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en mayo pasado que “Si alguna vez existió una crisis regional en la que uno pensaría que una organización como esta podría intervenir y proporcionar una fuerza o un grupo de países que, trabajando juntos, podrían ayudar a resolverla, esa sería la OEA”, en referencia a la crítica situación en Haití.

Por otro lado, Estados Unidos, apoyó abiertamente la candidatura de Rosa María Payá, una reconocida defensora de la democracia cuyos esfuerzos para promover la libertad, los derechos humanos y la gobernabilidad democrática, han ido más allá de las fronteras de su natal Cuba, valiéndole numerosos reconocimientos internacionales.

Payá, resultó electa en las elecciones que se celebraron durante la Asamblea General de la OEA en Antigua y Barbuda, el 27 de junio, para ser miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Además, el Senado podría considerar la nominación de Leandro Rizzuto, un empresario estadounidense nominado a embajador ante la OEA  y que se desempeñó previamente como Cónsul General de Estados Unidos en Bermudas, durante el primer periodo de Trump.

Hoy la OEA cuenta con 34 Estados miembros, sin contar Cuba que fue suspendida en 1962 (la prohibición se levantó en 2009, pero La Habana declinó la invitación) y Venezuela, quien abandono el organismo oficialmente en 2019. En el caso de Nicaragua, el líder revolucionario sandinista se retiró de la OEA hace dos años.

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