¿Inicia la Cooperación Internacional una nueva época?

Por: Fernando Navia Gallardo
Publicación del 9 de febrero por el universo.com

Las oficinas centrales de la Agencia de los Estados Unidos de América para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en Washington DC han cerrado sus puertas. Con ello, se ha iniciado un período de 90 días durante los cuales se revisarán sus programas de asistencia, en búsqueda de más eficiencia e impacto de los recursos del pueblo estadounidense que se destinan a la cooperación internacional, así como del alineamiento entre el uso de tales recursos con la política exterior de los Estados Unidos de América.

Por haber servido a proyectos de fomento productivo financiados por USAID y otras agencias de cooperación de países del primer mundo, considero que sí existen oportunidades para mejorar la eficiencia y el impacto de los recursos que los gobiernos del primer mundo asignan a la cooperación internacional.  Por ello, planteo aquí sugerencias para re-pensar el modelo de asignar y ejecutar tales recursos, en el ámbito del fomento productivo y desarrollo sostenible.  En este ámbito, sería virtuoso que el curso de la innovación se enrumbe por dos principales vías de intervención: el financiamiento de la creación de mercados entre los más pobres de los países en desarrollo y el “acortamiento” de la “cadena de suministros” con que la cooperación internacional del mundo desarrollado llega al mundo en desarrollo.

Seguir financiando al constructor del sistema de agua potable, del centro de acopio o al capacitador comunitario será siempre loable, pero seguirá alimentando el asistencialismo e inhibiendo en los beneficiarios el deseo de emplear sus capacidades en la construcción de su progreso social.  Se debe pasar de financiar la oferta de bienes y servicios para el desarrollo a financiar a emprendedores capaces de crear nuevos mercados, con bienes y servicios accesibles para el consumo de los hasta entonces excluidos del mercado.  Si la cooperación internacional contribuyere a incorporar al mercado a la gente hoy excluida de aquellos, financiando soluciones innovadoras que satisfagan sus necesidades, la sociedad circundante propiciará las adecuaciones institucionales y los bienes públicos (infraestructura pública, seguridad, legislación, etc.) necesarios para consolidar un clúster generador de riqueza y nuevos empleos.

Si además se disminuyeran las sucesivas etapas de delegaciones de poder y recursos que emplea la cooperación internacional para servir al beneficiario, llegarían más recursos de dicha cooperación al beneficiario meta y habría mayor posibilidad de que dichos recursos alcancen el impacto previsto al adjudicarlos.  Para ello, se deben fortalecer las capacidades técnicas de las oficinas de cooperación de agencias de países del primer mundo en los países donde operan, para que identifiquen, aprendan y valoren directamente las iniciativas creadoras de mercado y apoyen a sus líderes emprendedores.

Que la nueva etapa que iniciaría la cooperación internacional estadounidense inaugure un nuevo modelo de cooperación internacional a seguir por los demás países desarrollados, para beneficio de los más pobres del mundo.

Fernando Navia Gallardo
josefernandonavia@gmail.com
@FNavia

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