La tormenta que cayó el viernes sobre Bahía Blanca fue anómala no solo en el país sino también en la región. Tan solo vale recordar la catástrofe ocurrida el año pasado en Porto Alegre, donde cayeron durante tres días 258,6 milímetros de agua. En la ciudad argentina, bastaron solo 12 horas para que más de 290 milímetros de lluvia la devastaran. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), fenómenos como el que sucedió en Bahía Blanca pueden repetirse en el futuro, incluso ser más frecuentes e intensos. En el caso argentino, esta advertencia incluye a la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Misiones en su área más comprometida. El reporte síntesis del IPCC proyecta que, cuanto más caliente sea la Tierra, se eleva el riesgo de sufrir estos eventos.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>Desastre.</span> La tormenta del viernes pasado no dio tregua y Bahía Blanca quedó bajo el agua
Desastre. La tormenta del viernes pasado no dio tregua y Bahía Blanca quedó bajo el agua

“En las evaluaciones del IPCC, que se basan en compilar y analizar la literatura científica sobre cambio climático en el planeta, se confirma que en el sudeste de América del Sur se han incrementado las tormentas severas”, asegura Carolina Vera, una de las autoras del reporte más reciente, publicado en 2023, y vicepresidenta del grupo 1 del IPCC, que se dedica a la previsiones meteorológicas. Las tormentas severas a las que se refiere Vera son eventos extremos que combinan lluvias y vientos intensos con o sin caída de granizo. Los expertos afirman que para frenar la progresión de estos fenómenos se debe actuar cuanto antes. Aunque no se puede asegurar que el temporal del viernes pasado se haya desatado a raíz del contexto que genera el cambio climático, todavía no hay estudios que puedan corroborarlo, sí se sabe que existe una tendencia en la región que va en esa línea. Bahía Blanca, es una de las tantas ciudades comprendidas en la zona sobre la que advierte el IPCC, que abarca buena parte de la Argentina y el sur de Brasil, Paraguay y Uruguay. Las precipitaciones atípicas en ese área del mapa pueden volver a derivar en escenas dramáticas.

Crecimiento de la probabilidad de eventos de tormenta en la región

Se toma como base 0 la época preindustrial (1850-1900)

*Mapa basado en datos del Atlas Interactivo y el reporte síntesis del IPCC (AR6). <br>*Aclaración: las proyecciones temporales están basadas en el escenario SSP5-8.5 del reporte síntesis del IPCC (AR6).<br>En este informe se proyecta un aumento máximo de casi 2°C de la temperatura media global para 2040, hasta 3°C para 2060 y de hasta 5,7°C para el final del siglo.
*Mapa basado en datos del Atlas Interactivo y el reporte síntesis del IPCC (AR6).
*Aclaración: las proyecciones temporales están basadas en el escenario SSP5-8.5 del reporte síntesis del IPCC (AR6).
En este informe se proyecta un aumento máximo de casi 2°C de la temperatura media global para 2040, hasta 3°C para 2060 y de hasta 5,7°C para el final del siglo.

Escenarios y proyecciones para la Argentina Hay dos hechos que generan consenso entre la mayoría de los científicos y de los gobiernos del mundo. Primero, que la temperatura global está en aumento y, segundo, que este fenómeno es consecuencia de la concentración de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero. Según la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), la alta concentración de dióxido de carbono (425 partes por millón en el aire) impulsó el aumento de 1,5° C de la temperatura media global con respecto a la época previa a la industrialización. Esta comparación es clave: los científicos atribuyen este incremento de concentración de gases a la actividad humana, especialmente la de los últimos 150 años. El valor de 1,5° C no es menor. El cambio no se había registrado de forma tan veloz, al menos en los últimos 2000 años, y representa modificaciones en los climas de todo el mundo. Además, según expertos, la tendencia de la temperatura sigue en ascenso. El último reporte IPCC se basa en estos datos para modelar cinco escenarios distintos. Caminos que el planeta podría recorrer dependiendo de las decisiones que el ser humano adopte, si aumenta o disminuye las emisiones. Hay dos planteos optimistas, uno intermedio y dos pesimistas. El escenario más grave, según Vera, es al que se llegaría si se continúa por el sendero actual. En este caso, la región sudeste de América del Sur se perfila como una de las más complicadas. Bahía Blanca es una de las localidades que supera la media de la probabilidad de tormentas severas, con más de un 12% de chances de un evento extremo. Para 2040, siguiendo la medición del IPCC -que compara el contexto actual con la época preindustrial-, esa probabilidad crecerá un 16% en esa ciudad. Para 2060, ese porcentaje se elevaría a 22,5% y, para el final del siglo, puede llegar a 26,9%.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>Bahía Blanca, arrasada.</span> Los autos quedaron a la deriva luego de ser arrastrados por la corriente
Bahía Blanca, arrasada. Los autos quedaron a la deriva luego de ser arrastrados por la corriente

La ecuación es clara: más calor significa más lluvia. Los cambios en la temperatura de la Tierra pueden generar que las interacciones entre las corrientes de aire frío y cálido sean más violentas. “El aumento de la temperatura media global significa que hay más energía en la atmósfera, lo que puede propiciar mayor cantidad de eventos severos”, resume Vera. Y añade que también puede derivar en otra consecuencia: que el agua de lagos, de ríos y del mar se evapore con más velocidad y abundancia, lo que provoca más precipitaciones. “Pero también en las evaluaciones del IPCC insistimos en que un desastre no se produce solo por la ocurrencia de una amenaza meteorológica, como es en este caso la lluvia intensa”, aclara la experta. En este sentido, enumera dos factores más: las condiciones previas de exposición y de vulnerabilidad. “Bahía Blanca tiene una vulnerabilidad que son sus ríos y la exposición se relaciona con que estos ríos forman parte de una cuenca que se inicia en sierras que están más al norte”, explica Vera. Es decir que la lluvia que puede caer sobre la ciudad no es el único factor desencadenante, el agua que llevan los ríos se suma como una condición que agrava el panorama. “Es por eso que a la gestión del riesgo de desastres se la considera una medida de adaptación al cambio climático”, indica.

Picos de precipitaciones en Bahía Blanca

Registro histórico de lluvias. En milímetros

Fuente: Servicio Metereológico Nacional y Archivo La Nación
Fuente: Servicio Metereológico Nacional y Archivo La Nación

Alertas tempranas Para Ana Carolina Herrero, especialista independiente en hidrología urbana, los sistemas de alerta temprana son cruciales en este contexto. Según la Organización Meteorológica Mundial, estos procesos se componen de cuatro etapas: monitoreo de las amenazas climáticas, cálculo del riesgo ante dichas amenazas, comunicación del riesgo y capacidad de respuesta. Para la experta, los primeros dos puntos funcionan “bastante bien” en todo el país. En Bahía Blanca, por caso, se había emitido una alerta climática y, de hecho, se habían suspendido las clases para el viernes trágico. Pero, considera que los dos últimos, relacionados con la información a la población y la reacción frente al evento extremo, son deficientes.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>Panorama desolador.</span> El drama quedó a la vista cuando el agua empezó a bajar durante el fin de semana
Panorama desolador. El drama quedó a la vista cuando el agua empezó a bajar durante el fin de semana

Herrero destaca que los sistemas de alerta temprana tienen que estar centrados en la ciudadanía, para que se reduzca o evite la posibilidad de lesiones o pérdidas de vidas, además de daños al ambiente. En este sentido, subraya la importancia no solo de las obras de infraestructura, sino también de las medidas llamadas no estructurales. “Son, por ejemplo, acciones de capacitación, concientización y normativa de usos de suelo, entre otras. Antes era más complicado, pero ahora hay evidencias muy contundentes del cambio climático y sus efectos. Si bien el tema es abordado en todas las estructuras del Estado, todavía hay mucho por hacer para trabajar en la prevención del desastre”, concluye.

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