Desde Washington, con la mirada puesta en ….

Lo que está por escribirse en economía y comercio mundial

Por Sonia Schott

Aunque ya culminó la elección presidencial estadounidense, las secuelas de los resultados continúan dominando la escena nacional e internacional y es que hay mucho en juego pues el nuevo presidente, con el apoyo del Congreso, estará en capacidad de reformular la política, la economía y el comercio global.

La reelección de Donald Trump influirá en la crisis del Medio Oriente, en las relaciones comerciales con China, el reacomodo de fuerzas y alianzas internacionales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Acuerdo de Paris, sobre el cambio climático o en las economías emergentes de África, Asia y América Latina.

Cuando hace poco, se llevó a cabo la edición número 35, de la Reunión Ministerial de la APEC, (Asia-Pacífic Economic Cooperation) o Cooperación Económica Asia-Pacifico, en Lima-Perú, los miembros del foro, a pesar del optimismo que emanaba por los acuerdos logrados para, promover la transición energética, la descarbonización, la seguridad alimentaria, el fortalecimiento del libre comercio, prevenir y combatir la corrupción, no pudieron esquivar la interrogante sobre el papel  jugará una nueva administración estadounidense en la consecución de esos logros.

Y es que por ejemplo, durante su primer periodo presidencial, Trump se orientó principalmente a imponer impuestos tarifarios contra China, la Unión Europea, Canadá y México.

Ahora, en los albores de su segunda presidencia, ha prometido que, desde su primer día en el cargo, aplicará esas viejas tácticas, repotenciadas.

Su política económica de “Estados Unidos primero” condujo, en 2018, a la imposición de impuestos de importación de un 30% a los paneles solares y las lavadoras, luego impuso un 25 por ciento de arancel al acero y un 10 por ciento al aluminio y a casi todo lo demás fabricado en China, una línea que siguió su sucesor demócrata, Joe Biden, según Tax Foundation.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) admite que los derechos de aduana  proporcionan a las mercancías producidas en el país, una ventaja en materia de precios con respecto a productos similares importados, además constituyen una fuente suplementaria de ingresos para los gobiernos y pueden servir como mecanismo de presión para cambiar prácticas comerciales desleales sin embargo, expertos como el asesor económico principal de Allianz, Mohamed El-Erian, sostienen que “los aranceles tienen un uso especifico que si se extralimita puede ser peligroso” es decir, la clave parece estar en el balance.

Desde su fundación hasta 1914, cuando Estados Unidos introdujo el impuesto federal sobre la renta, los aranceles fueron la principal fuente de ingresos del Gobierno Federal, pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cambió la estrategia reduciendo las tasas impositivas a fin de incentivar el comercio internacional.

Desde que se conoció su triunfo, los asesores de Trump han estado en conversaciones con el presidente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, Jason Smith (republicano por Missouri), sobre un amplio paquete fiscal que se financie parcialmente con la recaudación de aranceles.

Cuando la primera administración Trump aumentó los tributos a las importaciones del acero y el aluminio de China, lo hizo en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, lo que desencadenó una guerra comercial, algo que podría ocurrir nuevamente.

Sin embargo, la percepción entre aquellos que votaron por el republicano y sus políticas económicas es que, con él habrá un renacimiento económico que se deje sentir en los bolsillos del ciudadano común. Una impresión diferente circula en Europa y América Latina, aunque el impacto de sus decisiones puede variar de país en país.

México y China, prometen ser las grandes historias comerciales, supeditadas al tema de la inmigración y el tráfico de drogas.

Canadá, México y China ya han advertido al republicano que la promesa de imponer aranceles radicales a sus tres mayores socios comerciales de Estados Unidos, podría afectar negativamente a las cuatro economías.

Si bien, entre México, Estados Unidos y Canadá el tratado T-MEC, existe un acuerdo comercial para fomentar el intercambio de bienes y servicios, en vigor desde 2020 y con una vigencia de 16 años, hay preocupación por un cambio en las reglas del juego.

El T-MEC, incluye disposiciones sobre derechos laborales como la prohibición de la importación de mercancías producidas por trabajo forzoso o reglas de origen para vehículos que establecen que el 75% del mercado automotor debe ser producido en alguno de los tres países. Igualmente contempla la apertura del mercado lácteo canadiense a productos estadounidenses y viceversa.

Con China, la agenda de desacuerdos es amplia pues va desde políticas comerciales proteccionistas en detrimento del mercado estadounidense, la rivalidad por la supremacía tecnológica, hasta el contrabando a Estados Unidos de productos químicos utilizados en la fabricación de drogas ilegales, incluido el fentanilo.

Para Riley Walters, del Hudson Institute, si bien Trump menciona constantemente su desagrado por los déficits comerciales, también ha manifestado su deseo de atraer nuevas inversiones a Estados Unidos y de aumentar la capacidad manufacturera del país, ideas que seguramente resonarán positivamente en el país.

 

 

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